Tierra, agua, aire y fuego, están fuera como los elementos que configuran la vida y están dentro, en nuestro organismo como entidad biológica.
Además los elementos representan simbólicamente los aspectos fundamentales de la persona: cuerpo, emociones, mente y espíritu.
Los elementos que configuran la vida son el punto de partida en la interpretación del universo de culturas aparentemente separadas como hinduismo, amerindias, taoísmo, celtas…
Como un ejemplo dentro de nuestra cultura occidental, tenemos el Tarot en el que aparece esta simbología como un mapa de imágenes arquetípicas que nos conecta a todos como seres humanos y nos describen un camino de auto-descubrimiento y realización.
A través de los arcanos mayores -o arquetipos del self- se muestra un proceso de crecimiento personal, representado por aspectos ó roles que a lo largo de la vida nos ayudan a situar nuestras vivencias y experiencias en un plano completo con significado.
Los arcanos menores están divididos en cuatro palos que representan los cuatro elementos.
El palo de Oros, elemento tierra, representa el aspecto físico, material…
Las Copas , elemento agua, representa las emociones…
Las Espadas, aire y mente; El palo de Bastos el fuego y la voluntad o naturaleza espiritual del ser humano.
Basándome en esta “Sincronicidad” intercultural planteo una metodología creativa que tiene como objetivo fundamental la integridad del ser.
Unir cuerpo, emociones, mente y espíritu en la conciencia y en la expresión del aquí y ahora a través de la simbologia de los elementos como una formula mágica que representa los planos de la existencia desde lo tangible a lo intangible, desde lo individual a lo colectivo.
Un aspecto interesante de la cosmovisión a partir de los cuatro elementos, nos lo ofrece la Rueda Medicinal –aparato filosófico y símbolo de la cosmovisión de la cultura Amerinidia- . En este contexto los elementos se “relacionan” con las direcciones y las estaciones del año. A su vez las direcciones representan distintas cualidades del ser humano cósmico. Así se “relacionan” aspectos muy distintos entre sí proporcionando una visión holística y transcendente del ser humano aplicable a la vivencia cotidiana de los ciclos de la naturaleza.
Esta relación -elementos, direcciones, estaciones del año- también la encontramos en la Rueda de la Vida Celta que es la base de las celebraciones tradicionales de nuestra cultura, europea, aunque estas han sido utilizadas y “renombradas” –han perdido su nombre original relacionado con la religión de la Diosa- por la iglesia Católica, para asegurarse la participación de la comunidad en sus festividades religiosas.
En definitiva la simbología de los elementos aglutina una serie de aspectos interculturales que nos acerca a la vivencia de los ciclos de la naturaleza desde la comprensión e integración de nuestros procesos internos individuales y grupales.
Belen Mayam, Metodología Creativa “mágica” de los 4 elementos